Trump y el rugido de las masas
Por David Cañón Cortés (*)
Durante más de 40 años he tenido la dicha y la suerte de recorrer el mundo en más de 80 días, organizando – fundamentalmente - transmisiones deportivas internacionales y, ahora, por asuntos profesionales que atañen a las instituciones de comentaristas deportivos nacionales e internacionales, que han mantenido una actividad gremial encomiable a través de los años, con el propósito de dignificar el deporte en general en sus diversas manifestaciones, niveles y asociaciones.
Así las cosas estuve muchas veces en ciudades que eran legendarias y viví la emoción de sus estadios, calles y multitudes. La mayoría sufrieron cambios que se avenían con el transcurrir del mundo manejado por políticos de distinta naturaleza y hoy, en la añoranza y el análisis maduro, me convenzo cada día más que existe una relación entre el rugido de las multitudes de un estadio, el desborde y los gritos, con la personalidad de las masas rugiendo en las calles por la conducción política de sus respectivos países a favor o en contra de un líder o un candidato, exceptuando la increíble mayoría silenciosa que eligió a Trump.
Estuve en la Unión Soviética ya pretérita y en la Rusia actual que volvió por sus fueros zaristas en manos de un Putin, exjerarca comunista que resultó más capitalista que Trump, de quien es íntimo amigo y posiblemente socio secreto en negocios no muy claros; al menos esas son las especulaciones que vienen construyendo los demócratas vencidos en Estados Unidos.
Pude sentir que el rugido de las multitudes que cantaban la Internacional – “arriba los pobres del mundo, de pie los esclavos sin pan y gritemos todos unidos viva la Internacional” (El himno de Eugéne Pottier escrito en 1871, moriría seis años después sin haberlo escuchado jamás) – y hoy lo hacen con la misma fuerza por sus equipos favoritos el… y el…
Estoy convencido que más de un político ruso actual que puede ser dueño de equipos en su país y en el exterior sale con votos de los mismos que repletan los estadios cada semana. De lo que sí fui testigo era que los rugidos de la multitud tenían el mismo ritmo y la misma fuerza en la Plaza Roja, que en el Estadio…. De Moscú.
Otro tanto ocurre en Argentina, donde los grandes héroes actuales son Maradona y Messi y no Perón y Evita, que pasaron al cuarto de los trastos viejos. Los que hoy repletan los estadios cantaban: ¡Perón!, Perón, que grande sos, mi general cuanto valés. Mi general cuanto valés, sos el primer trabajador! Mientras Paloma San Basilio recordaría a Evita en “No Llores por mí Argentina”, con varias frases melancólicas como la siguiente: “Debéis creerme, mis lujos son solamente un disfraz, un juego burgués, las reglas del ceremonial”
Hitler sufrió la peor humillación de su vida cuando Jesse Owens conquistó cuatro medallas de oro en las mismas narices del ‘carnicero’ de Europa en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936: 100m, 200m, salto largo y carrera de relevos 4x1000. Quedarían hecho trizas y por el suelo y su canción estrella de los nazis “millones, llenos de esperan, miran la svastica; el día rompe, para el pan y la libertad. Por última vez es lanzada la llamada, para la pelea todos estamos listos”.
Aunque la letra nazi es bastante desabrida y no ofrece mucho ritmo, les iría peor en la política: no sólo perderían las Olimpiadas sino también la guerra, guiados por un loco desatado.
En la Alemania dividida después de la guerra y unida posteriormente por el trabajo impecable de la CIA, pude ver profundas diferencias políticas. Pero los deportes continuaron su progreso y las masas ya no rugían por Hitler sino por sus equipos proferidos: … En la Alemania democrática los clubes… en la Alemania comunista los equipos de… Hoy imperan los clubes en la Alemania unida y la liga futbolística es poderosa a pesar que el país lo maneja a lo mero macho una mujer venida del lado comunista, Angela Merkel.
Llegando al hoy por hoy, es inevitable mencionar el terremoto político Trump, grado 10, con tsunami y todo, que tiene temblando al mundo, particularmente a los mexicanos, a las minorías raciales negras, latinas y musulmanes al interior de los Estados Unidos y, en general al mundo, porque jamás había accedido a la presidencia más importante del mundo una persona con menos preparación para tal cargo; el nuevo presidente que sabe mucho de reinados de belleza (organizó uno con Putin en Moscú) y de tocadas groseras a las mujeres bonitas que según sus confesión se dejan hacer lo que sea cuando se encuentran cara a cara con un personaje como él. Y ganó, a pesar de sus groserías y payasadas, insultos y chabacanerías, por lo que el recuerdo del increíble tango argentino compuesto por Enrique Santos Discépolo en 1934 para la película “El alma del Bandoneón”, estrenada en 1935 y cuya transmisión pública fuera prohibida por los diversos gobiernos militares desde 1943 – incluido el de Perón que finalmente rectifico –; y, que continúa teniendo vigencia y añoramos a que no sea aplicable al nuevo presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, pero vaya, amable lector, y se confiesa para que después no diga que no le avisamos porque todo indica que para allá vamos:
“Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé, en el quinientos seis y en el dos mil también; que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafáos, contentos y amargaos, valores y dublé. Pero que el siglo veinte es un despliegue de maldad insolente ya no hay quien lo niegue, vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseaos.”
“Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador. ¡Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor! No hay aplazaos ni escalafón, los inmorales nos han igualao... Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón”.
“¡Pero qué falta de respeto, qué atropello a la razón! ¡Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón! Mezclaos con Stavisky van don Bosco y la Mignon, don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín. Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclao la vida, y herida por un sable sin remache ves llorar la Biblia contra un calefón”.
“Siglo veinte, cambalache, problemático y febril, el que no llora no mama y el que no afana es un gil. ¡Dale nomás, dale que va, que allá en el horno nos vamo a encontrar! ¡No pienses más, sentate a un lao, que a nadie importa si naciste honrao! Es lo mismo el que labura noche y día como un buey que el que vive de los otros, que el que mata o el que cura o está fuera de la ley”.
Hasta la próxima, amigos..!
David
(*) Este texto surgió de un conversatorio entre los periodistas especializados David Cañón Cortés y Pablo Parra Sancristobal