¿QUIÉN CONTROLA LA VIOLENCIA EN LOS ESTADIOS?

Por AdminAcordBogota 25 abril, 2022 1671

La prohibición de ingreso al estadio por las dos fechas que le faltan al Unión Magdalena es una de las posibles sanciones que se han propuesto para castigar los hechos vandálicos que se tomaron la cancha del Sierra Nevada con los cuales se revivieron momentos aciagos de la historia de violencia en los estadios. Parece un chiste, pero no lo es ya que los hechos han ocasionado la muerte de una persona por los dichos acontecimientos.

¿Será que nos estamos acostumbrando en nuestros estadios a que la violencia haga parte del espectáculo, como suele suceder en nuestro país? ¿Por qué los “castigos” aplicados se convierten en una invitación a la continuidad de los hechos, por la impunidad frecuente de los responsables?

Aún no ha pasado un año desde que otro episodio semejante sucedió en El Campín. En aquel entonces, fueron los hinchas del Nacional quienes iniciaron una gresca de grandes proporciones en el partido del retorno de la afición al estadio capitalino, afortunadamente sin víctimas mortales, pero con varios heridos y grandes consecuencias para algunas familias que muy seguramente no volverán al estadio en su vida.

Se ha vuelto paisaje que los hinchas locales insulten al equipo visitante, le manden monedas, o, incluso de manera mucho más “inocente”, botellas de agua, muchos lo ven como parte del espectáculo, de hecho, van a eso, es la forma más normal de alentar a su equipo; ¿por qué estos hechos son permisibles o aceptados dentro del comportamiento deportivo? Porque no son condenados, ni siquiera se comentan, y además, son el pan de cada día, la cotidianidad en medio del partido. ¿Es este un buen ejemplo para los niños que llegarán a ser los hinchas del futuro y ven como normal la violencia en un escenario que debía ser cuna de la paz y el esparcimiento tranquilo?

La ley ya contempla sanciones para quienes lancen objetos, contundentes o no, a un campo deportivo, también, la invasión de un terreno de juego es un hecho punible en el Código Penal Colombiano. Resulta difícil pensar que, en un país en el cual un consumado ladrón es capturado mil veces y sigue tan campante robando a cuanta persona se le atraviesa por el camino, sea posible judicializar a quienes invaden una cancha o se entrelazan en una gresca, es un claro ejemplo de la inaplicabilidad de la ley, a pesar de su existencia.

Entonces, ¿estamos condenados a convivir con este tipo de hechos?

En días pasados, a raíz de los cuestionamientos que algunos periodistas pudieron hacer a Ramón Jesurún por su gestión al mando de la federación, fue enfático en recordar que el fútbol es un espectáculo público pero organizado por privados y que los dueños del espectáculo son los que mandan sobre él. Con esta afirmación, cabe preguntar si la responsabilidad de esos “dueños” es solo la del recaudo o al contrario, deberían también hacerse cargo de las consecuencias que el espectáculo de su propiedad tenga sobre la sociedad. Se es dueño para todo, para lo bueno y para lo malo, por ello, sin que los otros actores del mundo deportivo, específicamente del fútbol, evadan la responsabilidad, urge que el gobierno y la sociedad les exijan garantías para el normal desarrollo de un evento que les genera millonarias ganancias y que debería traer alegrías o tristezas a sus espectadores y en cambio traer dolor y desesperanza.

Como se ha probado reiteradamente, las medidas coercitivas no han tenido los resultados que se esperaban, el cierre de fronteras, las sanciones de asistencia a algunos delincuentes disfrazados de hinchas, que han atentado contra la seguridad de familias enteras que estaban retornando al estadio, no han tenido el impacto esperado, entre otras cosas porque castigar a uno de ellos supone la aparición o reacción de otros que, solidarios, replican los comportamientos de bandas criminales.

Los “dueños” tienen la obligación de tomar medidas como la carnetización, exitosa en algunas otras ligas- entre ellas la Premier-, que inició en Colombia hace cuatro años, con cargo a los aficionados que debían pagar el valor del carné para el ingreso al estadio. Una cifra cercana a los 300.000 aficionados lo hizo en los tiempos en los cuales se anunció su exigencia, ¿platica perdida? Para su no implementación se han esgrimido argumentos legales, por qué no se pensó en ello antes de iniciar con el proceso. Otra opción es la biometría, ya funciona en todas partes, hasta para entrar a un edificio, ¿es tan complejo implementarla en los estadios?

No serán la gran panacea, pero estas acciones pueden traer beneficios sobre los hechos violentos en los estadios, no podemos seguir esperando, los avisos están llegando y los estadios no pueden convertirse en el lugar de catarsis de unos delincuentes que escudados en una camiseta agreden y perjudican a los verdaderos aficionados, a aquellos que disfrutan del fútbol y cada vez están más motivados para alejarse de él.

Señores “dueños” no se hagan los desentendidos, esta es su responsabilidad, asúmanla y cuiden su “negocio” que a la final los hinchas lo sienten como propio.

* Opinión de Omar Alonso Patiño

Vicepresidente Acord Bogotá