Para alcanzar el cielo no se necesitan alas, se necesitan sueños

Por AdminAcordBogota 5 agosto, 2024 367

“Antes que nada, las gracias a Dios, creo que yo hice todo lo humanamente posible pero la voluntad fue de él para obtener esta medalla. Es un sueño cumplido, la verdad que me siento muy feliz. Hoy logré hacer un buen trabajo, solo disfruté (…), disfruté lo que más amo hacer y gracias a Dios se dieron los resultados”, esas fueron las primeras palabras de una estrella que alcanzó el cielo de París en medio del vuelo que solo los mejores consiguen mantener.

La principal fortaleza de aquel joven soñador es su capacidad para volar en los aparatos de la gimnasia artística. Sin alas, pero con mucha disciplina, Ángel Barajas hizo historia en la gimnasia colombiana al proclamarse subcampeón olímpico en la barra fija de París 2024.

Para llegar al firmamento olímpico hacen falta muchos requisitos, que van desde lo mental hasta la excelencia en el desempeño de la disciplina deportiva. Sin embargo, antes de todo esto, es necesario iniciar con una formación en la que se afronte el miedo a fracasar. Sí, la habilidad puede ser innata, pero si no se tiene la templanza para dar el salto de fe hacia los sueños, es muy difícil alcanzar el cielo reservado para los mejores del mundo.

El 12 de agosto del 2006, nació en Cúcuta, Norte de Santander, Ángel Gabriel Barajas Vivas, en el seno de una familia que lo apoyó en todas sus aspiraciones. Era el menor de los hijos en el hogar donde ya se encontraban sus hermanos Jeison y Youri. Los ‘peros’ nunca fueron suficientes para un niño alegre, con energía y con la inquietud de querer aprender a realizar lo que veía en un programa de televisión.

El programa infantil llamado ‘LazyTown’ cautivó al pequeño Ángel por las características rutinas que el protagonista de la serie realizaba. ‘Sportacus’ era el encargado de hacer todo tipo de acrobacias, movimientos y actividades físicas para motivar a los demás personajes a mantenerse en buena forma. Sin embargo, dentro de la destreza aquellas interpretaciones, yacía una unión muy fuerte con las rutinas de un gimnasta.

Precisamente detrás de esa serie, que busca incentivar el ejercicio y la vida saludable de los niños, se encontraba el gimnasta aeróbico islandés Magnús Scheving, quien era el creador, director y guionista de ‘LazyTown’, además de ser ‘Sportacus’. La admiración de Ángel, sumada a su habilidad y destreza innata, fue el comienzo de una historia completamente nueva para Colombia.

Su mamá, Angélica Vivas, decidió dar el primer paso en la historia del medallista olímpico, pues a los cinco años uno de sus vecinos vio a Ángel realizando sus acrobacias, por lo que le comentó a su mamá que lo llevara al coliseo de la ciudad. El inicio en el deporte no fue el esperado, pues el cucuteño no quería asistir a los entrenamientos debido a su timidez.

Fue entonces cuando, acompañado y apoyado por su mamá, Ángel inició, desde los cinco años, su formación en la gimnasia. Desde ese momento, comenzó a demostrar su habilidad y su entrega; la disciplina fue la base para que el camino deportivo de aquel niño creciera tanto como sus sueños. Su vuelo fue tomando cada vez mayor altitud, y su meta siempre estuvo enmarcada en una rutina que, dentro y fuera de la gimnasia, lo hizo destacar.

La meta era el cielo olímpico, el trayecto era difícil, la economía en su hogar estaba a cargo de su mamá y de su hermano mayor Jeison, sin embargo, la templanza de la familia fue el motor para que Ángel adoptara una rutina tan única como su forma de ser. Para forjarse como campeón, el cucuteño intercalaba sus entrenamientos con su estudio, la disciplina fue el combustible para triunfar y su familia el pilar para mantenerse en el deporte, para afrontar los desafíos y dar cada salto de fe en el camino que acogía como atleta.

De esta forma, compaginó las casi ocho horas de entrenamiento diarias con sus estudios, lo que le generó una armonía tanto emocional como física, y le permitió mantener el enfoque en todos los aspectos de su vida: en lo que tanto le gusta hacer (la gimnasia) y en su formación como persona y profesional.

Sin duda alguna, su maestro, el profesor Jairo Ruíz, fue otra de las piezas claves que ayudó a florecer el talento de Ángel. Su rigurosidad en cada detalle y la disciplina en cada entrenamiento, correspondieron a las bases para el crecimiento de un gimnasta que tenía las condiciones para hacer historia, pero, sobre todo, para demostrar que son pocos los que cuentan con nervios de acero para presentarse ante el mundo entero y para levantarse cuando se falla.

Eso sí, Ángel también tuvo un referente colombiano desde su inicio en la disciplina deportiva. El también cucuteño Jossimar Calvo fue esa figura que decidió alcanzar, a quien buscó como guía para afrontar cada paso dentro de los aparatos, la voz de aliento y experiencia que lo ayudaron a madurar, además de ser una meta a superar, después de lo realizado en la histórica final del All-Around masculino en los Juegos Olímpicos de Rio 2016.

Aunque no se tenga certeza en el futuro, el cucuteño decidió afrontar todos los retos y desafíos de la gimnasia artística. Su cuarto, en la vivienda ubicada en la capital de Norte de Santander, es fiel testigo del crecimiento y de las aspiraciones que el atleta cosechó durante el camino que ha recorrido en el deporte, empezando por conquistar todos los títulos suramericanos infantiles.

Continuando por el oro y la plata que consiguió, perteneciendo a la categoría infantil, en los XXI Juegos Nacionales del Bicentenario en Cartagena 2019, luego de enfrentarse a gimnastas de la categoría juvenil. Además, en el 2020, la firma Oster eligió a Ángel para asistir a los Juegos Olímpicos de Tokio.

Dentro del programa “Oster te inspira 2020”, el colombiano, con 14 años, fue escogido como uno de los ganadores de 25 becas deportivas y la oportunidad de viajar a la capital japonesa para asistir a los Juegos Olímpicos. Como espectador, Ángel vivió esa inigualable oportunidad, pero como aspirante se decidió a conseguirlo en la próxima ocasión, pues quería figurar desde el escenario principal.

Su objetivo estaba claro, su habilidad se unió con la disciplina para convertirse en los dos elementos principales al realizar cada rutina, al presentarse en cada escenario y al caminar por la senda de los triunfos. Su vuelo continuó tomando altura con las medallas, tanto individuales como en equipo, que consiguió en el Panamericano Juvenil de Gimnasia Artística de 2021 en Guadalajara (México).

El reconocimiento llegó cuando fue seleccionado para competir en los Juegos Suramericanos de la Juventud en Rosario (Argentina) 2022. Aquel certamen fue un antes y un después para el talento nortesantandereano que cosechó siete de los ocho oros que disputó: en equipos, piso, caballo con arzones, barra fija, barras paralelas y salto de potro, únicamente obtuvo el cuarto puesto en anillas.

Además de otros reconocimientos en el Campeonato Panamericano en Río de Janeiro de 2022, el 2023 no fue diferente en cuanto a los triunfos, pues lo acompañaron las medallas de oro, plata y bronce en el Campeonato Mundial Juvenil de Antalya (Turquía). Este hecho lo posicionaba como el primer colombiano en ser campeón mundial juvenil y su historia tenía varios hechos más por escribir.

Su figuración en el 2023 finalizó con la participación en los Juegos Nacionales del Eje Cafetero, donde cosechó los oros en la barra fija y general por equipos, así como los bronces en suelo, anillas y salto.

El 2024 inició con el premio Altius de Oro en la categoría de promesa del año de los deportes que hacen parte del programa olímpico y siguió creciendo con sus participaciones en las Copas Mundo de Gimnasia Artística. Perteneciendo por primera vez a la categoría de mayores, cosechó valiosos puntos, junto algunos triunfos, en El Cairo (Egipto), Cottbus (Alemania), Baku (Azerbaiyán) y Doha (Catar), dando como resultado su tiquete a París 2024.

“La verdad, es mi primera vez en una Villa Olímpica. Es un espacio muy bien acondicionado para los atletas y me siento muy feliz y orgulloso de estar acá. Ha sido una etapa dura de entrenamientos constantes, con mucha disciplina y dedicación para llegar a hacer una buena actuación. De cara a mi participación en los Juegos Olímpicos me siento tranquilo y siguiendo los rigurosos parámetros en los ejercicios de preparación”, esas fueron las primeras palabras del colombiano al llegar a la Villa Olímpica de París 2024. Su sueño estaba por iniciar y el cielo de los ganadores le aguardaba un espacio tan especial como el metal que consiguió poco tiempo después.

El primer paso de su sueño se hizo realidad cuando salió al Bercy Arena y deslumbró con una rutina que lo ubicó en el sexto lugar de la barra fija, en ese momento se confirmaba que el colombiano alcanzaba la final en dicho aparato y que, como mínimo, conseguiría el Diploma Olímpico. Sin embargo, Ángel no estaba centrado en lo mínimo sino en lo máximo, en conseguir su sueño, la meta que aguardaba por ser colgada en la pared de su casa, la medalla olímpica lo esperaba.

Suspenso, nerviosismo y la mirada atenta de un país fueron el recibimiento para el inicio de la final en la barra fija. El cielo parisino se iluminó con el ascenso de una nueva estrella. El Bercy Arena fue testigo del ascenso de un Ángel que, a través de su vuelo, escribió un nuevo capítulo en la historia de la gimnasia colombiana.

Una rutina calificada con 14.533, producto de una dificultad de 6.600 y una ejecución de 7.933, fue el resultado de 12 años de entrenamientos, de sufrimientos, caídas, golpes y fallos. Aquella rutina le representó el segundo lugar olímpico para un Ángel que desafió la altura, dominó los cielos y se proclamó como el primer medallista olímpico de Colombia en París 2024 y en la historia de la gimnasia artística de nuestro país.

Gracias Ángel por ser el fiel reflejo de la perseverancia, la disciplina y el esfuerzo. Gracias por darle una inexplicable alegría a más de 40 millones de colombianos y por enseñarnos que se puede volar sin tener alas, pues gracias a los sueños se puede tocar el cielo cuando se cree en sí mismo.
(Prensa COC)